Este verano los examinadores de tráfico anunciaron una huelga indefinida a partir de Septiembre. Hace apenas una semana esta fue, finalmente, desconvocada. Sin embargo, las consecuencias se han dejado sentir en el negocio de las autoescuelas, para las que el verano suele ser "temporada alta" en cuanto a número de alumnos inscritos. Miles de jóvenes, tras acabar sus exámenes del instituto o la universidad, aprovechan las vacaciones estivales para sacarse el carné y sumar puntos no solo a su licencia, sino también al curriculum, ya que tener permiso de conducción les proporciona un plus como candidatos ante numerosas ofertas de trabajo, además de ser -lógicamente- una útil herramienta de independencia y movilidad personal.
A pesar de estas ventajas, en esta campaña veraniega 2017 muchos aspirantes a conductor novel han interrumpido su fase de entrenamiento por ciudad y carretera. Mejor tomarse vacaciones
full time y no malgastar su dinero en unas clases prácticas que, debido a la suspensión de las pruebas oficiales, tendrían que volver a refrescar -y pagar- más adelante, una vez zanjado el conflicto laboral y reabierta la convocatoria de exámenes de la DGT. Solo entonces les llegaría a estos jóvenes el turno de demostrar su pericia y responsabilidad al volante. Sin pasar el trance del examen para obtener el ansiado permiso, todo el proceso de preparación, así como el esfuerzo económico del alumno, deja de tener sentido. La motivación cae en picado.
¿Por qué he decidido comenzar la entrada de hoy con este tema? Lo hago estableciendo un cierto paralelismo con la forma en que se abre el artículo de Psicología para docentes que voy a comentar a continuación. El artículo al que me refiero se titula
Modelos, paradigmas y metáforas del aprendizaje, del que deseo empezar destacando una posible
definición de aprendizaje como
"el camino que debe recorrer el novato para convertirse en experto". Dicho texto comienza describiendo el proceso de aprendizaje de la conducción, demostrando que cualquier individuo, para llegar a desarrollar esta habilidad, ha de presentar unas condiciones previas, adquirir una técnica y luego practicarla repetidamente para asentar su conocimiento y llegar a interiorizarlo.
Parece evidente que para aprender algo nuevo tenemos que partir de un cierto grado de ignorancia sobre la materia que queremos asimilar o la facultad que deseamos adquirir. No obstante, tuvo que ser el psicólogo norteamericano
Jerome Bruner quien subrayara esta
"atribución de ignorancia" previa.
Antes de seguir profundizando en el tema, resulta necesario diferenciar entre
distintos tipos de aprendizaje. De partida, en el artículo se habla de:
- Aprendizaje motor: el que implica habilidades físicas
- Aprendizaje afectivo: referido a las emociones
- Aprendizaje cognitivo: asimilar ideas y conocimientos
¿Qué procesos psicológicos permiten cada tipo de aprendizaje? No todos los especialistas lo explican igual, de ahí que existan diversas concepciones teóricas o paradigmas, destacando como corrientes más significativas: la conductista y la cognitivista, aunque también deben contemplarse los paradigmas histórico/cultural y constructivista e, incluso, las aportaciones del paradigma humanista (aprender a ser, aprender a vivir, aprender a convivir).
Debemos señalar que la psicología de la educación ha evolucionado a lo largo de la historia, de modo que se han producido cambios paradigmáticos, dominando en cada etapa una teoría sobre el resto. Dichos cambios se entenderán mejor gracias a tres metáforas esenciales (ver tabla 1.2. del artículo):
- Aprendizaje como adquisición de respuestas (años 50 del s. XX)
- Aprendizaje como adquisición de conocimientos (años 50-60)
- Aprendizaje como construcción de significados (años 70-80)
Para distinguir y comparar los paradigmas citados más arriba -y las teorías en que finalmente se han materializado- es útil obsevar unos parámetros básicos, por ejemplo: origen del paradigma, ideas principales y concepción del alumno y del maestro dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Así, en la tabla 1.1 se presentan los rasgos definitorios de dos tipos de aprendizaje:
repetitivo y por comprensión. Si comparamos ambas columnas, veremos que los sujetos del aprendizaje no toman la misma actitud en cada caso; si bien uno es estático y se limita a reproducir conocimientos, el otro es dinámico y capaz de producir ideas. La forma de enseñanza y el tipo de evaluación también cambian, así como los roles del profesor y el alumno. El cuadro ilustra de este modo los
cambios que se han producido en la psicología del aprendizaje al ir de un modelo a otro, de modo que
el profesor pasa
de mero transmisor a guía del proceso, mientras
el alumno va tomando un papel cada vez más autónomo y activo en la aventura del saber y del hacer.
Conocer estas teorías y los devenires de la psicología educativa es importante para cualquier futuro profesor, especialmente en el marco de la sociedad información y del conocimiento en la que ha de desempeñar su labor, una sociedad marcada asimismo por la complejidad y el cambio constante.
El conductismo y el aprendizaje en la escuela
Cuando se abordan las teorías del aprendizaje, es inevitable citar el
conductismo, que explica el aprendizaje como una especie de bucle en el que la conducta de un individuo provoca unas consecuencias que, a su vez, controlan su conducta.
Así, en este caso, el proceso se concibe como
"adquisición de información, conocimientos, hábitos..." y la definición de aprendizaje que se suele usar es:
"cambios relativamente permanentes en la conducta del individuo que resultan de la experiencia, no de la maduración".
Dentro del marco del conductismo y de su forma de entender cómo se producen los actos humanos, una de las piezas básicas es el
aprendizaje por asociación.
Quizá lo entendamos mejor si recurrimos a otro concepto clave de este paradigma: el
condicionamiento. Seguramente, la memoria del lector se habrá iluminado como una gran pantalla de cine donde vemos salivar al perro de Pavlov... Caliente, caliente. Ivan Pavlov fue un fisiólogo ruso que recibió el premio Nobel de Medicina por sus investigaciones sobre el aparato digestivo, pero sus experimentos también acabaron teniendo una repercusión extraordinaria en el campo del aprendizaje.
En el artículo que nos ocupa no aparece ni rastro del famoso perro al que Pavlov, haciendo sonar una campana, avisaba de la hora de comer. Pero el texto sí incluye otro ejemplo de
aprendizaje por condicionamiento clásico (o respondiente), en este caso aplicado a la relación profesor-alumno en el aula. En este primer tipo de condicionamiento, un estímulo en principio neutro (EN) acaba por generar en el sujeto de estudio respuestas condicionadas (RC). En este proceso de condicionamiento tiene mucho que ver el hecho de que el mismo estímulo se presente repetidamente y siempre provoque en el individuo una determinada respuesta, de modo que dicho estímulo deja de ser inocuo y pasa a ser condicionante (EC).
¿Por qué es importante el condicionamiento clásico? Aunque los alumnos no suelen ser conscientes de este tipo de aprendizaje, muchas respuestas emocionales en el aula se aprenden de esta manera. Por tanto,
los profesores deben tener en cuenta los estímulos que se asocian a los contenidos y conocer qué estímulos son más adecuados para lograr el mayor rendimiento posible.
Por otra parte, debemos conocer un
segundo tipo de condicionamiento: instrumental u operante. Esta teoría fue propuesta por Burrhus F. Skinner y se centra en la conducta (respuesta) de la persona, que a menudo no necesita de un estímulo externo, sino que es una elección deliberada e intencional del individuo. Esa conducta se repetirá en el tiempo o se evitará si va seguida de un
reforzamiento, el cual puede ser
positivo o negativo (el artículo aclara que no debe confundirse con un reforzador).
Además, en este apartado también se habla del
castigo y de su
discutible aplicación en la escuela. De hecho, se afirma que sus efectos en el aprendizaje "parecen muy remotos", sin olvidar que el castigo genera un clima de tensión poco propicio en el aula. Por el contrario, sí que existe más certeza sobre los
efectos favorables del reforzamiento positivo.
El
castigo se pone
asimismo en tela de juicio por más razones. Si se castiga habitualmente a un niño, puede que el menor se acostumbre y lo use como una forma de llamar la atención de sus profesores. Otro caso es el de los chicos agresivos a los que frecuentemente se les aplica algún tipo de correctivo, activando una espiral interminable de castigo-agresión-castigo. A esto hay que sumar que el llamado "control aversivo" puede generar otros
dos tipos de aprendizaje: el de evitación y el de escape. Teniendo en cuenta estas consecuencias negativas, los psicólogos de línea conductista se decantan por la aplicación de procedimientos de control positivo.
Llegados a este punto, la clave está en cómo aplicar reforzadores que favorezcan tal o cual conducta. El condicionamiento operante usa los
programas de reforzamiento, existiendo cuatro diferentes:
- Razón fija
- Razón variable
- Intervalo fijo
- Intervalo variable
Si vemos el artículo, la tabla 1.3 ofrece dos ejemplos de cada tipo de programa de reforzamiento. Después se habla de dos importantes procesos que se dan en el aprendizaje por condicionamiento:
- Discriminación: capacidad de responder de manera distintas ante estímulos diferentes
- Generalización: lo que se aprende se aplica a nuevas situaciones (efecto expansivo)
Finalmente, el texto se centra en el aprendizaje por observación del psicólogo Albert Bandura, quien sugiere que la mayor parte de los aprendizajes se producen por imitación. En este proceso habría cuatro fases o componentes (ver tabla 1.4):
- Adquisión y atención
- Retención y codificación simbólica
- Ejecución y reproducción
- Consecuencias
El modelo de Bandura se basa en los siguientes pilares:
- Este psicólogo canadiense recoge ideas de los modelos conductistas y cognitivos
- Para él, las estructuras cognitivas internas y el ambiente interactúan constantemente
Lo que me ha parecido realmente interesante en su teoría es el gran poder del individuo para dirigir su propia conducta, ya que este desarrolla mecanismos de autoevaluación y autorrefuerzo, algo que podrían aprovechar los profesores, por ejemplo dando más autonomía y protagonismo al alumno a la hora de fijar criterios para valorar su propio rendimiento.
Por último, quiero señalar la gran importancia de la motivación en el aprendizaje observacional. Bandura distingue tres tipos de incentivos: directos, vicarios y autoproducidos, los cuales a su vez pueden ser internos, externos o autogenerados.
Como en un círculo, como si hubiésemos entrado con el coche en una rotonda y hubiésemos girado una vuelta completa, volvemos al tema de la motivación, ese que comentábamos al principio al hablar de los aprendices de conductor. Si el proceso de aprendizaje, a menudo arduo y lleno de dificultades, no se ve reforzado y recompensado de alguna forma, pierde fuerza y sentido, conduciendo a la frustración y el abandono.
Solo me queda ya felicitar a todos los conductores noveles que están a punto de obtener su carné y que tan orgullosos colgarán pronto una "L" en la luna trasera del coche. Todos los que hoy nos ponemos al volante a diario, recorrimos en su día ese mismo camino de tests, prácticas y nervios para obtener el permiso, aunque no tuviéramos que hacer ningún "Stop" por una huelga de examinadores. Precisamente esa señal, la de Stop, no existe en el código vital del aprendizaje... un camino sin final.
FUENTE:
Artículo facilitado en clase, extraído del libro
Psicología de la educación para docentes. Ediciones Pirámide